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Una persona que haya tenido un infarto puede tomar alcohol pero siempre con moderación.

El consejo respecto al alcohol después de un infarto es el mismo que, en general, en casi todos los problemas cardiológicos.

El alcohol en general es perjudicial para la salud aunque la salud cardiológica no es a lo que más afecta. De hecho, una copa de vino tinto diaria puede incluso tener consecuencias positivas por su efecto antioxidante y ligero efecto vasodilatador. Esto no quiere decir que haya que tomar vino como tratamiento para un infarto, no es eso a lo que nos estamos refiriendo. 

Sin embargo, consumos superiores de alcohol son perjudiciales a medio plazo ya que son calorías vacías que favorecen el aumento de peso y el colesterol y además pueden contribuir a subir la tensión y producir hipertensión.

Por lo tanto, después de un infarto, no es recomendable cogerse la borrachera del siglo después de un infarto.