No hay un valor propio de tensión arterial típico de cuando se produce un infarto.
Mientras se está produciendo, es típico que cuanto más grave sea el infarto más baja esté la tensión arterial.
Esto es debido a que el corazón está sufriendo tanto que no es capaz de bombear sangre para levantar tensión arterial suficiente. Una tensión baja durante un infarto es un dato de mal pronóstico.
De hecho, cuando el infarto produce alguna arritmia que provoca una parada cardíaca, la tensión pasa a ser 0/0 ya que el corazón no late. En esa situación es imprescindible hacer masaje cardíaco y conseguir un desfibrilador para intentar salvar la vida del paciente.
Por otra parte, una tensión arterial muy elevada (más de 180/110) puede hacer sufrir al corazón al punto de provocarle pequeños infartos sólo por lo elevada que está la tensión. Esto se conoce como emergencia hipertensiva o infarto tipo II (por desequilibrio entre oferta y demanda).