¿Un infarto es una discapacidad?
El infarto no es una discapacidad, pero puede producir secuelas que sí lo sean.
Por suerte, en la mayoría de los casos, cuando alguien sufre un infarto puede retomar su vida con normalidad pasado un tiempo de recuperación. Por este motivo, los infartos sin complicaciones no se consideran una discapacidad ni suelen dar lugar a ninguna discapacidad.
Las discapacidades después de un infarto suelen venir producidas principalmente por dos tipos de secuelas que se pueden producir:
- Un infarto muy grande puede hacer que el corazón pierda fuerza y que produzca insuficiencia cardíaca.
- Si el infarto causa una arritmia que provoca una parada cardíaca prolongadas, puede quedar cierto daño neurológico.
Aquellos pacientes en estas situaciones sí se les concede un grado de discapacidad, ya que la insuficiencia cardíaca dificulta mucho llevar una vida normal, no solo en el trabajo, sino que impide retomar con normalidad muchas de las actividades cotidianas.
Por otra parte, es evidente las dificultades que sufren a diario las personas con daño cerebral y sus cuidadores, por lo que es razonable que ello sí tengan una discapacidad.
En resumen, el infarto en sí no es una discapacidad, pero algunos infartos producen como secuelas insuficiencia cardíaca o daño neurológico que sí pueden ser causa de discapacidad.