¿Qué es tener líquido en el corazón?
El pericardio es la bolsa que envuelve al corazón para protegerlo de roces en cada uno de sus latidos. Esta bolsa está llena de un poco de líquido (entre 10 y 50 cc normalmente) que rodean el corazón y lubrican su movimiento.
Por lo tanto, es normal tener "líquido en el corazón". El problema es cuando hay más líquido de lo normal en el corazón, ya que ello podría llegar a constreñir al corazón. El exceso de líquido en el pericardio se llama derrame pericárdico y es muy común que se produzca de forma moderada durante las pericarditis, aunque también puede venir causado por otras causas como infartos, insuficiencia renal o cardíaca, golpes en el pecho, roturas o perforaciones cardíacas...
¿Es grave el derrame pericárdico?
La gravedad del derrame pericárdico depende de la cantidad de líquido derramado y de la velocidad a la que vaya aumentando el líquido.
En la mayoría de los casos de pericarditis se produce un poco de derrame, generalmente es poca cantidad y se resuelve al ir bajando la inflamación del pericardio, sin mayores consecuencias.
Es bastante infrecuente que el derrame de una pericarditis cause problemas graves, pero si el derrame es muy grande podría llegar a ser mortal. Esta situación se llama taponamiento cardíaco y consiste en el pericardio aprieta demasiado el corazón debido al exceso de líquido y le impide llenarse, con lo que no es capaz de bombear correctamente la sangre.
Cuando esto ocurre hay un riesgo elevado de parada cardíaca, por lo que hay que actuar rápido quitando el líquido del corazón mediante una intervención.
La gravedad de cada caso concreto será valorada por un cardiólogo, pero en la mayor parte de los casos, los derrame pericárdicos asociados a la pericarditis son benignos y no revisten mayor gravedad.
Síntomas del derrame pericárdico
Los síntomas del derrame pericárdico son los mismos que los síntomas de la pericarditis ya que, normalmente, ésta causa el derrame. Los principales síntomas del derrame pericárdico son:
- Dolor punzante en el pecho.
- Malestar y debilidad generalizada.
- Sensación de falta de aire.
- Palpitaciones fuertes en el corazón.
Además, en casos más graves de derrame pericárdico, se pueden manifestar también algunos de los siguientes síntomas:
- Mareos.
- Desmayos.
- Retención de líquidos.
Ante la presencia de estos síntomas, se debe acudir a valoración médica.
Diagnóstico del derrame pericárdico
La existencia de derrame pericárdico es de hecho uno de los factores que permiten diagnosticar una pericarditis.
La forma más efectiva de identificar la presencia de excesivo líquido pericárdico es a través de una ecocardiografía (aunque también se puede hacer con TAC o resonancia). La radiografía de tórax permite sospechar la presencia de derrame en el corazón, pero debe ser confirmado por alguna de las otras pruebas.
Sin embargo, otras pruebas e indicios también permiten intuir la presencia de derrame pericárdico:
- Dolor con los movimientos respiratorios.
- Auscultación con ruido característico de roce pericárdico, que realiza un sonido parecido al de un velcro que se abre. Sin embargo, puede no escucharse cuando hay mucho derrame ya que el excesivo líquido hace que las paredes del pericardio no se toquen entre ellas y por lo tanto no produzcan el característico ruido.
- Puede haber un patrón típico de pericarditis en el ECG.
- Es también característico el patrón de alternancia eléctrica en el electrocardiograma.
Por último, ¿cómo sabemos si hay demasiado líquido y el corazón se puede estar oprimiendo? la valoración de la existencia de líquido excesivo en casos más graves se realiza a través de la exploración mediante un ecocardiograma con doppler, que permite medir no sólo la cantidad de líquido sino cómo está afectando al funcionamiento del corazón.
Siempre debe ser diagnosticado por un cardiólogo.
¿Cómo se cura el derrame pericárdico?
Lo más habitual es que los derrames asociados a la pericarditis sean de poca cantidad de líquido y que se solucionen al tiempo que la propia inflamación del pericardio, es decir, se solucionaría con el propio tratamiento de la pericarditis (o la enfermedad que lo haya causado).
Los casos más graves de derrame pericárdico pueden derivar en taponamiento cardíaco y llegar a oprimir el corazón y su bombeo. Esta situación es grave y se soluciona realizando una pericardiocentesis, que consiste en pinchar y retirar el líquido excesivo con una aguja larga que llegue hasta el pericardio del corazón, permitiendo que éste siga latiendo con normalidad.
Además, es muy recomendable mantener reposo durante el tratamiento por pericarditis o derrame pericárdico.
En todo caso, un cardiólogo debe valorar al paciente y dar las recomendaciones específicas en cada caso concreto.