¿Qué es la hipertensión?: síntomas, riesgos, efectos, diagnóstico, tipos y tratamiento

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¿Qué es la hipertensión?

La hipertensión arterial es una enfermedad que consiste en una tensión arterial alta mantenida de forma estable.

El envejecimiento hace que las arterias sean más rígidas y que pierda su capacidad elástica para adaptarse a cada impulso de la sangre desde el corazón, por lo que la edad aumenta el riesgo de hipertensión.

Aunque existen factores genéticos, las principales causas que adelantan la aparición de hipertensión son la obesidad, el sedentarismo y el tabaco.

Esta enfermedad es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular.

Como norma general, se considera que una persona joven y sana es hipertensa cuando su tensión mínima está por encima de 90 y/o su tensión máxima está por encima de 140.

Efectos de la hipertensión

La hipertensión arterial es un de los principales factores de riesgo cardiovascular, aumentando la predisposición de padecer un infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, un ictus (o infarto cerebral), embolias o trombos entre otras muchas enfermedades.

Es fácil comprender cómo la hipertensión perjudica al corazón, ya que a mayor presión mayor esfuerzo debe realizar para bombear la sangre. Del mismo modo, una presión demasiado alta dentro de las arterias las lesiona aumentando la posibilidad que se forme trombos, que se rompan provocando hemorragias o dilatarlas creando aneurismas.

En cualquier caso, todas estos riesgos vienen causados por otros factores además de la hipertensión, por lo que el riesgo cardíaco por hipertensión debe ser valorado en cada caso por un cardiólogo o médico especialista.

La hipertensión puede ser peligrosa como factor de riesgo cardiovascular siempre y cuando no se controle correctamente.

Síntomas de la hipertensión

Uno de los mayores riesgos de la hipertensión es que no suele dar síntomas hasta fases avanzadas, por lo que es importante medir la tensión arterial periódicamente para iniciar tratamiento lo antes posible. Los principales síntomas de la hipertensión son:

  • Sensación de mareo.
  • Sensación de náuseas o incluso vómitos habituales.
  • Palpitaciones en situación de reposo, en general se pueden sentir en la zona de la cabeza.
  • Latidos intensos.
  • Dolores de cabeza.
  • Dolores en la zona del pecho.
  • Sangrados nasales habituales.
  • Otros síntomas graves:
    • Dificutad para respirar.
    • Visión borrosa

La hipertensión puede pasar mucho tiempo desapercibida, sin mostrar síntomas o sin mostrar algunos de ellos. Muchas veces los síntomas de la tensión alta no son evidentes.

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Diagnóstico de la hipertensión

El diagnóstico de la hipertensión se hace con la toma en al menos 3 ocasiones con valores de tensión arterial en reposo superiores a 140/90 mmHg.

Además de la medición de la tensión arterial con el tensiómetro (o esfingomanómetro), todo paciente hipertenso requiere una valoración cardiológica para descartar que ya se hayan producido daños en el corazón o el sistema cardiovascular.

Esta exploración debe incluir:

  • Un electrocardiograma, donde se pueden encontrar voltajes aumentados debidos a la hipertrofia del músculo cardíaco que provoca la hipertensión.
  • Un ecocardiograma-doppler, para valorar la estructura, forma y funcionamiento del corazón y sus válvulas. Es habitual que los pacientes hipertensos presenten algún grado de miocardiopatía hipertensiva, que consiste en que las paredes del corazón se vuelven más gruesas y el músculo un poco más rígido. También se puede ver dilatación de la raíz de la aorta o de las aurículas.
  • MAPA o holter de tensión, consiste en un aparato de que forma automática registra valores de presión arterial a lo largo del día. Se usa para confirmar el diagnóstico de hipertensión y permite ajustar el tratamiento idóneo.

Tipos de hipertensión

En función de los valores de tensión y de su nivel de gravedad, la hipertensión se clasifica en diferentes grados:

Tipos de hipertensión
Tipo de hipertensión Tensión mínima Tensión máxima Recomendaciones
Tensión alta o prehipertensión Menor que 90 Entre 130 y 140 No requiere especial tratamiento, pero sí control periódico.
Hipertensión grado 1 Entre 90 y 100 Entre 140 y 160

Mejora de hábitos saludables.

Puede requerir tratamiento.

Es necesario acudir a valoración cardiológica.

Hipertensión grado 2 Entre 100 y 120 Entre 160 y 180

Mejora de hábitos saludables.

Es necesario tratamiento.

Es necesario acudir a valoración cardiológica.

Hipertensión grado 3 o crisis hipertensiva Superior a 120 Superior a 180 Se recomienda llamar al 112 y buscar asistencia médica urgente.

Los valores mostrados en la tabla anterior son valores generales para una persona joven.

La hipertensión descontrolada es una situación potencialmente grave que debe ser tratada con urgencia. Se conoce como crisis hipertensiva a la elevación de la tensión arteria por encima de 180/120mmHg y emergencia hipertensiva cuando, independientemente de la cifra, la elevación de presión es tal que lesiona algún órgano de forma brusca.

Hipertensión descompensada

Existen dos casos de hipertensión particulares que se producen cuando solo uno de los valores de la tensión (el mínimo o el máximo) está fuera de los valores normales.

La hipertensión aislada o descompensada puede ser la hipertensión diastólica aislada o la hipertensión sistólica aislada, según el tipo de tensión arterial que se descompense.

La hipertensión diastólica aislada se produce cuando los valores de la tensión máxima están en valores normales (entre 100 y 130), pero sin embargo la tensión mínima se mantiene en valores anormalmente altos por encima de 85 mmHg.

También existe la hipertensión sistólica aislada, que se produce cuando es la tensión máxima la única que se descompensa, situándose en valores por encima de los 140 mmHg, mientras que la mínima continúa por debajo de 90.

Si las mediciones de este tipo persisten, es recomendable acudir a visitar al cardiólogo o al médico especialista.

Tratamiento de la hipertensión

En función del grado de hipertensión diagnosticado, el médico especialista recomendará un determinado tratamiento u otro. Sin embargo, como norma general, los cuidados de la hipertensión incluyen:

  • Consumir una dieta baja en sal y alimentos que bajen la tensión.
  • Realizar ejercicio físico con regularidad.
  • Eliminar o reducir el consumo de tabaco.
  • Mantener un peso saludable (con un índice de masa corporal por debajo de 25).

Por lo tanto, aunque el mejor tratamiento para la hipertensión son los hábitos de vida saludables, en ocasiones es necesario someterse a tratamiento específico para la hipertensión a base de medicamentos.

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Solo un médico puede recetar este tratamiento una vez realizadas las pruebas necesarios.

Habitualmente se comienza el tratamiento combinado dos fármacos a dosis bajas y según necesidad se pueden ir subiendo. No existen fórmulas exactas, los fármacos y dosis ideales para cada paciente se tienen que ir ajustando durante varias consultas hasta conseguir el resultado deseado en cada caso.

Los medicamentos para la hipertensión más habituales son:

  • IEACAS (Inhibidores de la Enzima Convertidora de la Angiotensina): estos fármacos logran que las arterias se relajen (efecto vasodilatador) bajando la presión. Lo logran evitando la formación de angiotensina II, una molécula generada en el cuerpo que estrecha las arterias y sube la tensión. De este grupo destacan el Enalapril (Renitec), Ramipril (Acovil), Lisionpril, Captopril (Capoten)...
  • ARA II (Antagonista de los receptores de la angiotensina II). Estos actúan impidiendo que la angiotensina II estreche las arterias y suba la tensión (bloquean el efecto vasoconstrictor). Destacan de este grupo el Losartán (Cozaar), Valsartán (Diovan), Candesartán (Atacand)...
  • Antagonistas de los canales del calcio. Existen dos subgrupos:
    • Los dihidropirimidínicos, que solo tienen efecto vasodilatador como Amlodipino (Astudal), Lercanidipino, Nifedipino (Adalat)...
    • Los no-dihidropirimidínicos que además del efecto vasodilatador tiene un efecto frenador (bradicardizante) sobre el corazón: Verapamilo (Manidon) y Diltiazem (Carreldon, Lacerol).
  • Diuréticos: estos fármacos potencian la eliminación de agua y electrolitos por la orina, rebajando la tensión. Tienen el efecto secundario de que producen muchas ganas de orinar tras tomarlos, por lo que se evita prescribirlos por la noche. Otro posible efecto secundario son las alteraciones de electrolitos (hipopotasemia). Dentro de este grupo de fármacos están la Furosemida (Seguril), la Clortalidona (Higrotona) o la Hidroclorotiazida (Hidrosaluretil).
    • Diuréticos ahorradores de potasio (o fármacos antagonistas de la aldosterona) son un tipo especial de diuréticos que evitan perder potasio con la orina, con el consiguiente riesgo de hiperpotasemia. De este grupo destacan la Espironolactona (Aldactone) y la Eplerenona (Inspra)
  • Betabloqueantes: Estos fármacos son un grupo de fármacos con varias funciones ya que ralentizan al corazón (antiarrítmicos frenadores) y relajan las arterias produciendo vasodilatación. Además tiene excelentes propiedades antianginosas y son muy útiles en pacientes con insuficiencia cardiaca. Por todo esto, se suelen usar en pacientes hipertensos que padecen alguna otra enfermedad cardíaca previa. De este grupo destacan Nebivolol (Lobivon, Silostar), Bisoprolol (Emconcor), Atenolol (Tenormin) o Metoprolol (Beloken, Lopresor).
  • Alfabloqueantes: fármacos de segunda línea, menos utilizados. Bajan las señales de estímulo del corazón con la intención de reducir la presión arterial. De este grupo destaca la Doxazosina (Carduran).

Cada caso debe ser valorado individualmente ya que pueden existir cientos de factores. Además, solo un médico puede prescribir estos medicamentos ya que pueden tener efectos secundarios, por lo que es muy importante solicitar cita con un cardiólogo en caso de que la tensión esté alta de forma sostenida.

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